miércoles, 13 de agosto de 2008

Empieza por tí...

Un maestro albañil, ya entrado en años, estaba listo para retirarse. Le dijo a su jefe de sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su familia. El jefe sentía mucho, ver que su buen empleado dejaba la compañía y le pidió que construyera una sola casa más, como un favor personal.
El albañil accedió, pero se veía fácilmente que no estaba poniendo el corazón en su trabajo. Utilizaba materiales de inferior calidad y el trabajo era deficiente. Era una desafortunada manera de terminar su carrera.
Cuando el albañil terminó su trabajo y su jefe fue a inspeccionar la casa, el jefe le extendió las llaves de la puerta principal. "Esta es tu casa, dijo, un regalo para ti"
¡Qué tragedia!. Si solamente el albañil hubiese sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera diferente. Ahora tendría que vivir en la casa que construyó, de forma mediocre.
Pensemos como albañiles de nuestra vida. Cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Nuestra vida es el resultado de nuestras actitudes y elecciones.
"Solo vale la pena que viva la vida
si es que la vivo, por lo que la perdería.
¡Porque lo que le da sentido a mi muerte
es lo que le da sentido a Mi Vida!

Quién tiene un para qué vivir... encontrará casi siempre el cómo".

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