miércoles, 3 de septiembre de 2008

Los juicios de los demás

Había una vez un anciano que tenía a su cuidado a su nieto. Vivían en un pueblo y, al ver que su nieto ya tenía 12 años y que no había posibilidades de progreso, decidieron cambiar de ciudad. Tomaron las pocas cosas de valor que tenían y las cargaron sobre un viejo ANIMAL al que querían mucho.
Antes de partir hacia la ciudad decidieron turnarse en viajar sobre EL AMIMAL para que el viaje fuera lo menos cansador, dentro de lo posible, para los tres.
Primero saldrían los dos montados sobre el ASNO, después el anciano caminaría y el chico iría sobre el ASNO, luego el chico caminaría y el anciano pasaría a montar el ASNO, y por último los dos caminarían para que el ASNO descansara.
Así partieron a la ciudad. A los pocos kilómetros pasaron por el primer pueblo y escucharon a la gente comentar: “miren a esos dos desconsiderados haciendo sufrir a ese viejo burro”. A los pocos kilómetros pasaron por otro pueblo y, como el anciano ya iba caminando, escucharon que la gente decía: “ese chico es un desconsiderado, mira como deja que su abuelo camine y no le cede su lugar”.
Al pasar por otro pueblo ya habían cambiado de lugar, y la gente comentaba: “¡qué viejo desconsiderado, dejar al chico a pie para ir él muy cómodo sobre el burro!”.
Más tarde pasaron por un cuarto pueblo. Esta vez los dos iban caminando para que el burro descansase, y oyeron que la gente decía: “¡qué tontos, tienen un burro y van caminando!”
“Las opiniones y juicios SOBRE OTRO HABLAN MÁS SOBRE QUIEN LOS EMITE QUE SOBRE QUIEN LOS RECIBE”

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